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jueves, 14 de enero de 2010

EL TORO NI VE EL ROJO NI EN BLANCO Y NEGRO

LA VISION DEL TORO DE LIDIA: NI VE EL ROJO NI VE EN BLANCO Y NEGRO

Sabemos que la percepción del color se debe a un tipo especial de neuronas en la retina del ojo, denominadas conos (recordarás también, estoy seguro, los bastoncillos que detectan luz incluso cuando su intensidad es muy pequeña).

Los conos existen en varias versiones, dependiendo del pigmento que contienen: cuando reciben luz, absorben más luz cuya longitud de onda está cerca de la longitud de onda de su pigmento, y menos luz de la que es diferente. Dicho de otro modo, cada tipo de cono absorbe luz con un máximo de intensidad en una longitud de onda (un color) distinto.

En el ojo humano existen tres tipos de conos, que muy a menudo se dice que responden a la luz azul, verde y roja. Más estrictamente se denominan conos S, M y L, dependiendo de la longitud de onda a la que responden mejor. Por cierto, los conos S, en realidad, no tienen su pico de absorción exactamente en el color azul, ni los M en el verde. Pero es que los L no tienen el pico de absorción en el rojo ni de lejos: son sensibles a la luz amarillo-verdosa, con una longitud de onda sólo un poco mayor que los M.

Lo que sí es cierto es que, puesto que el color rojo tiene mayor longitud de onda que cualquiera de los picos de absorción de los conos, el más excitado por el rojo es el tipo de conos L, por lo que son efectivamente los responsables de que seamos capaces de distinguir un rojo de un verde, simplemente recuerda que esto no es porque su máximo de absorción esté en el rojo, ni mucho menos; simplemente son los que más cerca del rojo están de los tres.

En cualquier caso, la idea básica es la siguiente: combinando la intensidad de luz detectada por los tres tipos de conos, nuestro cerebro es capaz de distinguir los colores del arco iris. Puesto que usamos tres células receptoras del color, los seres humanos salvo los daltónicos, somos seres tricrómatas.

Un organismo que ve en blanco y negro, por el contrario, se denomina monocrómata, puesto que ve cualquier color como uno solo, o bien porque no tiene conos, o bien porque sólo tiene un tipo de conos, con lo que no puede distinguir unos colores de otros.

Durante muchos años se pensó que casi todos los mamíferos –incluidos los perros y las vacas y toros– eran monocrómatas, y de ahí que se extendiera tanto la falsedad de que los toros ven en blanco y negro.
Pero la cuestión es que los toros, y casi todos los mamíferos tienen dos tipos de conos diferentes. Prácticamente todos los mamíferos, por lo tanto, pueden detectar los colores, aunque no exactamente como un ser humano normal, pues no disponen de tres tipos de conos sino sólo de dos: son seres dicrómatas.

EL TORO DE LIDIA.


Los mamíferos marinos, como los delfines, las ballenas, las focas, etc., son efectivamente monocrómatas, como se pensaba antes, probablemente porque no tiene mucho sentido ver color cuando estás debajo del agua y por debajo de cierta profundidad todo se ve de un solo color. Otros mamíferos, como nosotros mismos y otros primates, somos tricrómatas. Pero la inmensa mayoría de ellos: gatos, perros, toros, ciervos… son dicrómatas. Es decir, para que te hagas una idea y que me perdonen los biólogos por la falta de rigor, la mayor parte de los mamíferos son daltónicos.
Existen distintos tipos de problemas en la visión humana que se engloban bajo el nombre de “daltonismo”, pero el que se parece más a la visión de los toros es lo que se denomina protanopia.
Un ojo protánope no tiene los conos L, con lo que no es capaz de distinguir el color rojo del verde. El rojo se ve simplemente como una versión más oscura del verde. Si quieres imaginar cómo ve un toro comparado contigo (¡salvo que seas daltónico, claro!) esto es lo que ves tú al mirar el arco iris:





Y esto es algo parecido a lo que ve un toro:



 
(Toro- Daltonico)           ( Humano normal)

Bien, vale, los toros no ven el color rojo del capote como lo verías tú, pero de ahí a decir que ven en blanco y negro hay un buen trecho. Lo mismo les sucede a los perros y los gatos, aunque los experimentos realizados con ellos parecen sugerir que su visión se parece más a la de un ser humano con deuteranopia en vez de protanopia, es decir, con falta de conos sensibles al color verde.

Ver el mundo en dos colores, en vez de tres, ni siquiera tiene por qué ser una desventaja en todas las circunstancias. De hecho, en la Segunda Guerra Mundial se observó un fenómeno muy interesante: cuando en un equipo de monitorización de fotografías aéreas se incluía a una persona daltónica, la eficacia en detectar estructuras camufladas aumentaba bastante. La cuestión es que la mayor parte de los camuflajes sacan partido de nuestra visión tricromática, y no tenerla puede hacer, aunque parezca contradictorio, más fácil detectar cosas ocultas.

Entonces, ¿contra qué embisten?

Ya sabemos que daría igual que el torero llevara el capote verde. Pero ¿por qué el toro carga contra el capote? Cargan contra el movimiento, embisten al capote porque se está moviendo.
¿Y por qué?. La respuesta tiene que ver con el comportamiento instintivo del toro, en función de su raza, de la selección genética y de sus condiciones de agresividad en relación a su comportamiento.

Un ejemplo. Supongamos que estamos compartiendo espacio con un orangután. Que por los mismos motivos que el toro, puede estar condicionado previamente responder agresivamente. El orangután no se va a comportar igual que el toro. Si el gran primate decide atacarnos sin más, no tiene que esperar a que hagamos ningún movimiento: nos va a ver muy bien de lejos y nos atacará sin más. Su sistema visual es muy parecido al nuestro, identifica perfectamente nuestra forma humanoide (muy similar a la suya) a una gran distancia.

El toro no: si nos movemos lentamente y con la suficiente lentitud, le costará bastante diferenciarnos del entorno. Y aunque perciba movimiento, nuevamente si estamos suficientemente lejos, puede ser incapaz de “diferenciarnos del entorno”. Y no es por la visión deficiente del color (comparado con nosotros), ni porque la calidad visual que ofrece el ojo del toro sea muy pobre. La clave está en el cerebro. El de los primates superiores tiene un lóbulo occipital (la parte encargada de procesar la visión) muy desarrollado. En comparación, la mayoría de los mamíferos identifican mal los elementos de su entorno. Eso hace que los humanos junto con los primates nos podamos fiar mucho de nuestra visión. Podemos decidir si algo o alguien son peligrosos para nosotros según como interpretemos su imagen. Un orangután hostil pero que no nos ataque nada más vernos, nos vigilará. Si hacemos movimientos tranquilos y pausados, si demostramos una actitud no amenazante, posiblemente el primate no nos haga nada. Porque es capaz de interpretar un gesto hostil, un movimiento amenazador.

Un toro es incapaz de diferenciar tanta sutileza en un movimiento. 

Puede saber lo que es un movimiento pausado o brusco, poco más. Su cerebro no es tan complejo como para entender que sacudir un capote no es nada amenazador para él. Como muchos animales, no se queda a ver qué es exactamente lo que se está moviendo. Calcula la brusquedad del movimiento, y la distancia a la que está. En general los animales son muy buenos calculando distancias, velocidades y tamaños. Casi cualquier animal sabe qué es lo que se le acerca o aleja, a qué distancia está y lo grande que es. Lo que ya suele fallar más es diferenciar exactamente la silueta, la forma. Por lo tanto, el toro hace un cálculo de lo cercano que es ese elemento. Si estamos suficientemente lejos del toro, no llamaremos su atención aunque hagamos movimientos bruscos. Y no porque no nos vea, la distancia es suficiente para que no le parezcamos una amenaza.
Estando más cerca, el toro no se para a diferenciar nuestra forma, o cómo es exactamente ese movimiento. Percibe un movimiento brusco, y toma una decisión. Para muchos animales, eso significa huir. Para aquellos dotados de elementos defensivos, y de un carácter genético hereditario no lo olvidemos como la bravura, supone atacar.

¿Y por qué contra el capote?

Podemos hacernos más preguntas. El toro decide embestirnos. ¿Por qué contra el capote? ¿No se da cuenta que lo estamos manejando nosotros, que es un objeto separado de nosotros? Pues no, y nuevamente no se trata tanto de que el ojo le ofrezca una visión pobre, sino que su cerebro no codifica una información tan compleja.
No puede separar conceptualmente el capote del torero, carga contra lo que se está moviendo bruscamente. Cuando el toro alcanza al torero, normalmente es porque el toro está lo suficientemente cerca (o el capote lo suficientemente lejos del torero) como para poder diferenciar por separado la figura del torero, y por algún motivo (normalmente porque se ha movido) lo identifica como elemento amenazador.

La mirada del Toro


Hay muchas opiniones al respecto, pero lo cierto es que está demostrado que el toro no ve entre 0,4 y 1 metros, del mismo modo que como antes se ha dicho no distingue bien los colores, qué más da que el torero se ponga de rojo, (¡el color de los valientes otro mito!) ó de amarillo y la muleta y el capote tenga que ser rojo y fucsia. Por tanto para el técnico conocedor no tiene demasiado sentido valorar el pegarse un arrimón o ponerse los pitones en la taleguilla, porque realmente es jugar con ventaja ya que el toro en esa distancia no ve ó solo ve un bulto, y si además normalmente eso lo realiza el torero al final de la faena cuando la hipoxia (falta de oxigeno) y la vasoconstricción causas que hacen que disminuya aun más la visión, es máxima, que se quiere demostrar o a quien se quiere engañar.


La visión de cada ojo del toro se solapa con la del otro unos 20 grados, es decir tiene una parte de visión binocular, y además unos 115 grados en cada ojo de visión monocular, y un ángulo ciego de 110 grados si a esto sumamos que el toro de lidia es un animal Hipermétrope porque forma las imágenes detrás de la retina, (lo que se conoce como Presbicia) y se sospecha que además su visión está acompañada de Astigmatismo si además sabemos que la percepción de los colores corresponde a los conos y que en el toro están poco desarrollados dando lugar a que no puede matizar bien las tonalidades ., entenderemos porque no es la vista de los órganos más desarrollados del toro, sino el oído y el olfato.

Los toreros durante la lidia lo saben muy bien por ello suelen estar más pendiente de la mirada del toro, que de la longitud de los pitones que les importa solo cuando están íntegros y esto ya sabemos que ocurre raramente, por tanto saben que fijándose en su mirada se ve cuales son o van a ser sus intenciones, hay miradas como la de las personas, nobles, agresivas, desafiantes, inciertas, dulces, según las circunstancias y las características del encaste, ( la de los Santa Coloma les da pánico ) pero lo que más les preocupa es cuando el toro no está fijo y lo mira todo desparramando la vista, mira al torero y mira a la vez al capote y no sabe para dónde va a arrancar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hola buenas ! tengo un poco de lio por que por ahi en un foro lei esto:

"Simpemente y sin acritus, una pequeña correccción para no llevar a la confusión a los lectores de esta entrada.

Lo de que los toros no distinguen los colores es una leyenda urbana. Para afirmar algo así pienso que se deberían citar fuentes o enlaces que respalden la veracidad una afirmación tan rotunda.

En un artículo publicado en 1989 sobre un estudio del grupo de investigación de la Facultad de Veterinaria de León del catedrático Vicente Gaudioso, se echó por tierra esa leyenda urbana. Se demostró tras un experimento con ocho toros de lidia que “perciben claramente colores de longitud de onda media y larga (entre 550 y 700 nanómetros)”, lo que sólo deja al margen de su retina el verde, el azul y el violeta. Mientras que el rojo y e naranja son los más perceptibles para ellos. Si no, el color del capote daría igual y, tras tantos años de tradición se habrían hecho capotes de varios colores, no crees? ;)"

se puede corroborar todo esto? es que ya es una duda existencial, jejeje.

Un saludo